ESCUELA DE KANT

A. I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

Responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? exige señalar los principios y límites del conocimiento científico. Kant defendió en un primer momento la metafísica dogmática racionalista, para la que era posible, por pura deducción racional, alcanzar el conocimiento metafísico de la realidad, pero la lectura de Hume le despertó de este “sueño dogmático”. Kant creyó necesario para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica o examen de la propia Razón sobre sí misma y sus límites, y propuso, frente a la “filosofía dogmática” una “filosofía crítica”. El problema es el de si es posible la Metafísica como ciencia y para solucionarlo debemos investigar antes las condiciones que hacen posible la ciencia. En esta tarea distingue dos tipos de condiciones: empíricas (particulares y contingentes) y a priori o transcendentales (universales y necesarias). La investigación de estas últimas dará lugar a la filosofía transcendental. Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, se preguntará por las condiciones que hacen posibles los juicios científicos. Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, que clasificará así: tenemos juicios analíticos si el predicado se incluye en el sujeto (no dan información nueva alguna, no son extensivos) y juicios sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto (son juicios extensivos y amplían nuestro conocimiento); y juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta (juicios universales y necesarios) y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia (particulares y contingentes). Los juicios más importantes son los juicios sintéticos a priori, que por ser sintéticos amplían nuestro conocimiento, y por ser a priori son universales y necesarios.

A. II. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA"

La tarea fundamental de esta obra es averiguar cómo son posibles los juicios sintéticos a priori (tanto en Matemáticas como en Física) y si son posibles en Metafísica. Veamos sus tres partes principales. La Estética Transcendental se ocupa de la Sensibilidad (facultad de las sensaciones) y trata de las condiciones transcendentales (universales y necesarias) que permiten el conocimiento sensible. El efecto de los objetos en la Sensibilidad son las sensaciones, que son dadas a posteriori y constituyen la materia del conocer. Pero, gracias a la forma, las sensaciones se presentan ordenadas en ciertas relaciones; la forma está ya a priori en el espíritu, como forma de la Sensibilidad. La síntesis de sensaciones o datos empíricos, como materia, y la forma a priori es el fenómeno. Las formas puras o principios a priori de la Sensibilidad son el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad de toda experiencia, ahora bien, espacio y tiempo no son propiedades objetivas de las cosas mismas, sino formas a priori de la Sensibilidad.
A. III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL “NOÚMENO"
Para entender la aportación de su filosofía, Kant propone la analogía de la revolución copernicana: al igual que Copérnico consiguió comprender el movimiento de los astros modificando las relaciones que se creía que existían entre ellos y el sol, Kant creerá que es posible comprender el conocimiento sintético a priori si modificamos las relaciones entre el sujeto y el objeto: hasta Kant se había considerado que el sujeto era pasivo en el acto del conocimiento y se tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de este modo es imposible entender el conocimiento a priori. El giro copernicano consiste en rechazar la concepción tradicional del conocimiento y considerar que el sujeto es activo, que son las cosas las que se deben someter a nosotros de cara al conocimiento: sólo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas; podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que conocemos únicamente los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, tesis principal del Idealismo Trascendental. El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno, que comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento y que progresivamente va centrando en el sujeto el fundamento de la experiencia humana.
B. I. LA RAZÓN PRÁCTICA Y EL CONOCIMIENTO MORAL

La Razón Teórica formula juicios y se ocupa de conocer cómo son las cosas; la Razón Práctica ofrece imperativos y se ocupa de cómo debe ser la conducta de los seres racionales. Punto de partida de la ética kantiana: en la experiencia moral hay algo análogo al dato fundamental del conocimiento: el "factum de la moralidad", el hecho moral, la existencia del deber: todos los hombres tienen conciencia de estar sometidos a prescripciones morales, se sienten obligados a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Esta conciencia del deber es conciencia de una determinación de la voluntad que posee características análogas a las de la experiencia de conocimiento: la universalidad y la necesidad. La ética kantiana es un intento de entender el factum de la moralidad y sus condiciones de posibilidad, del mismo modo que la teoría del conocimiento kantiana es la investigación de las condiciones de posibilidad de la ciencia. Kant clasifica los principios prácticos del siguiente modo: las máximas expresan cómo nos comportamos dadas tales o cuales circunstancias; hay máximas buenas y malas
B. II. CRÍTICA DE KANT A LAS ÉTICAS MATERIALES

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Podemos caracterizar la ética kantiana a partir de sus tres rasgos siguientes:
• Es formal: la materia del imperativo es lo mandado, la forma el grado de universalidad del imperativo. La tesis esencial de la ética kantiana consiste en indicar que una máxima describe propiamente una acción moral cuando cumple un requisito puramente formal: que pueda ser universalizable.
• Es autónoma: un sujeto es autónomo cuando tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes, y es heterónomo cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; la ética kantiana es autónoma al afirmar que sólo las acciones morales son autónomas
• El fundamento de las acciones buenas es el deber, no la inclinación: para que una acción sea buena no basta que sea conforme al deber, además ha de hacerse por deber. El rigorismo kantiano implica el deber por el deber, aunque vaya en contra de mi felicidad y de las personas que quiero, y el carácter universal de la bondad o maldad de una acción, universalidad que impide aceptar excepciones en la validez del impe- rativo categórico.
B. IV. POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA

El Idealismo Trascendental rechaza la posibilidad del conocimiento metafísico (de Dios, el alma, la libertad...); pero Kant no negará todo acceso a esa realidades, sólo el intelectual, el conocimiento científico, pues únicamente cabe la ciencia de la realidad fenoménica. Pero para Kant hay otra experiencia que puede vincularnos con lo metafísico: la experiencia moral. Y ello a partir de los llamados postulados de la Razón Práctica o proposiciones que no pueden ser demostradas desde la razón teórica pero que han de ser admitidas si se quiere entender el "factum moral"; estos postulados se refieren precisamente a la existencia de la libertad, la inmortalidad del alma, y la existencia de Dios. Aunque desde la perspectiva de la razón teórica se concibe al hombre como sometido a la ley de la causalidad y necesidad natural, desde la perspectiva de la razón práctica podemos defender la existencia de la libertad pues la libertad es la condición de posibilidad de la acción moral (únicamente de las acciones libres podemos predicar valor y responsabilidad moral); la libertad es la capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes que son dadas por su propia razón; libertad equivale a autonomía de la voluntad.

Kant propuso que el problema fundamental de la filosofía es “Saber si la razón humana es capaz de conocer”. Kant piensa que lo primero que debe hacerse es someter la razón a juicio o valoración, para saber si la razón de uno tiene la capacidad de resolver los problemas que acomete. El resultado de esto, es un sistema filosófico formado en torno al análisis de la razón misma.
Este sistema recibe el nombre de Criticismo o Idealismo Trascendental. Ésta afirma que el sujeto del conocimiento es una síntesis entre los datos de la experiencia de nuestra mente que constituyen la forma de cualquier conocimiento.
Kant resume su filosofía y sus obras en unas simples preguntas ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo esperar? A la que agrega otra pregunta ¿qué es el Hombre? Para Kant el ser humano es el sujeto de las cuestiones, por lo que la investigación kantiana tiene que ver con el hombre mismo.
Kant responde a la primera incógnitas en sus obras Crítica a la razón pura, a la segunda en La Crítica de la razón Práctica, y a la tercera en La religión dentro de los límites de la mera razón.
Juicios Kantianos
Kant no intenta estudiar la ciencia, sino de estudiar lo que la hace posible. Para Kant estudiar las condiciones que hacen posible la ciencia es estudiar las condiciones de los juicios en que ella se expresa.
Para Kant todos los conocimientos científicos se expresan en juicios. Es decir; en una secuencia ordenada de proposiciones de las que algo (predicado), se afirma de algo (sujeto).
Ejemplo. Un triángulo tiene tres ángulos.
Un triángulo (es el sujeto)
Tiene tres ángulos (es el predicado)
De esta manera los conocimientos científicos se expresan en (sujeto y predicado).
De ahí, Kant concreta su análisis de las condiciones de posibilidades de la ciencia partiendo de la clasificación de los juicios.
A. POSICIÓN INTELECTUAL DE KANT
El idealismo racionalista culmina con Leibniz: toda explicación racional del universo se apoya en la demostración de la existencia de Dios, autor de la armonía que existe entre todas las mónadas. De otra parte, con Hume llega el empirismo inglés a su más rotunda formulación: para ese filósofo, la existencia es algo meramente subjetivo y sólo median diferencias de grado entre la noción de "algo existente", que en realidad poseemos o creemos poseer, y la impresión puramente imaginada de ese "algo existente".

El tercero de los antecedentes de la filosofía kantiana es la física de Newton. En tanto que el empirismo concluye afirmando la imposibilidad de todo conocimiento trascendente -término opuesto a inmanente-, la física permite un conocimiento exacto de la naturaleza.

La oposición entre la física de Newton y las teorías de Hume, y la afirmación básica de Leibniz respecto a la existencia de Dios, movieron a Kant -después de un largo período de meditación: la "etapa precrítica"- a formular una filosofía que, teniendo en cuenta el empirismo de Hume, se aproximara por su estructuración a la física de Newton. Se trataba de conocer la realidad, de saber si es posible el conocimiento objetivo, planteando así -como base de una futura metafísica- el problema previo de la crítica del conocimiento humano.68

B. LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

Conocer equivale a captar el ser de las cosas. Si estas existen fuera de mí mismo, es decir, en sí mismas, serán trascendentes, y conocerlas equivaldrá a conocer algo que existe fuera del sujeto pensante. Por el contrario, si lo exterior no llega a nosotros sino deformado, o si el hombre solamente puede conocer lo que hay en sí mismo, tal como afirmaba Berkeley, el conocimiento trascendental será imposible, porque lo que podemos conocer es apenas algo meramente subjetivo: nuestras propias ideas.Por "razón pura" entiende Kant una manera de conocimiento que no proviene de nuestros sentidos y que es independiente de toda experiencia.
1. Nuómeno y fenómeno
El conocimiento es inmanente o es trascendente, tal como lo había planteado ya la filosofía clásica de los griegos. Pero solamente en el segundo caso podrá ser posible una metafísica. La disyuntiva es resuelta por Kant afirmando que el conocimiento es trascendental, lo que en este caso quiere decir que capta la realidad de lo objetivo, de las cosas, pero lo capta en el sujeto pensante. Ahora bien: a la cosa como la conozco, da Kant el nombre de fenómeno; a la cosa tal como es, la llama nuómeno. El nur mo conocido en el fenómeno no es la cosa en sí, ni puede serlo, pero es el ser trascendental.
2. Los modos de saber
Tendido así un puente entre lo subjetivo y lo objetivo, entre el fenómeno y el nuómeno, habrá que preguntarse si hay modos de conocimiento, y cuáles son. Para Kant existen tres: la sensibilidad, el entendimiento discursivo y la razón. Pero el conocimiento es a priori o a posteriori: el primero no reposa en la experiencia y el segundo la presupone. Sólo el conocimiento a priori es universal y, además, necesario. De donde la ciencia -tal como ocurre en (a Física y la Matemática- será un conocimiento a priori. Pero, qué ocurre respecto de la Metafísica? Para responder a esta pregunta -se trata de saber, en definitiva, si es posible conocer el nuómeno- Kant se pregunta inicialmente cómo es posible la Matemática; luego, cómo es posible la Física.
3. La teoría del juicio

Hay juicios analíticos y juicios sintéticos. Los primeros son aquellos cuyo sujeto contiene al predicado: así al predicar el género respecto de una especie, o una propiedad esencial respecto de esta. Los segundos son los que unen un predicado a un sujeto que carecía de tal predicado. Esta última clase de juicios, por consiguiente, es la que enriquece el concepto del sujeto.Como los juicios son comparaciones, los analíticos resultan ser a priori, porque basta con contraponer sujeto y predicado, para conocer si son compatibles o incompatibles, es decir, verdaderos o falsos. En cuanto a los juicios sintéticos, son en su totalidad a posteriori. Este es, para Kant, el problema central, porque si contestamos afirmativamente la pregunta, ocurre que todo conocimiento realmente nuevo -y que no sea simple deducción de algo que ya sabemos- es un juicio posteriori, y por tanto no será necesario ni universal. Dicho de otra manera: la ciencia, que procede a base de realizar nuevos descubrimientos, o no es necesaria y universal, o es solamente la reiteración, mediante juicios analíticos, de lo que ya se sabe. Ante esta dificultad, y en vista de realidades científicas como la física de Newton o el cálculo infinitesimal de Leibniz, piensa Kant que tienen que existir juicios que amplíen el conocimiento, es decir, juicios sintéticos que sean necesarios y universales, o sea juicios sintéticos a priori. Es entonces cuando enuncia el problema preguntándose: cómo son posibles, si es que lo son, los juicios sintéticos en la matemática, en la física y en la metafísica.
El logro esencial de Kant es separar radicalmente la razón instru­mental de la razón especulativa o dialéctica, no quedando esta últi­ma condenada a la ilegalidad sino referida a una legalidad diferente. Quizá esta escisión fundamental no es más que la interiorización de­finitiva de la división del trabajo, que hiende el espíritu para domi­nar mejor al hombre. En todo caso, desde un punto de vista históri­co, Kant no sólo no acaba con la metafísica especulativa, sino que acelera su más alto cumplimiento, al destacar el definitivo papel del sujeto en la constitución del objeto. Libre, por obra del mismo Kant, del modelo de la ciencia experimental, la especulación metafísica, es decir, el ejercicio de la razón pura, levanta sus más audaces construc­ciones: los sistemas de Fichte, Hegel y Schelling.
Para Kant, «Dios, el alma, el cosmos universal son sublimes ob­jetos extrasensoriales, creados por la razón pura y fuente inacabable de antinomias paradójicas en cuanto intentan ser pensados como co­sas reales, de las que percibimos con los sentidos». Esta crítica kantiana asestaba un duro golpe a las pretensiones racionales de los metafísi-cos y teólogos tradicionales, de la gran escuela sistemático-especula-tiva. Pero una vez independizado de estos dominios, Kant no aspira a ir más lejos, ni mucho menos a socavar las creencias religiosas y morales establecidas. Por el contrario, halla de nuevo en la concien­cia moral y en el imperativo categórico de acatamiento al deber ins­crito en ella una nueva base, autónoma esta vez, pero no menos efi­caz, para sustentar la creencia en un alma libre e inmortal y un dios omnipotente, que rige justicieramente su destino. La doctrina ético-religiosa tradicional, antes impuesta con autoridad por la jerarquía exterior, se interioriza de modo tan suficiente que el individuo ya no necesita la amenaza dogmática para sustentarla. La mayoría de edad ilustrada, según Kant, como suscribiría posteriormente Freud, es la supresión de la autoridad paterna porque uno mismo ha llegado a convertirse en su propio padre.
Además de su teoría del conocimiento que tanta importancia tiene en el ámbito científico y metafísico, Kant también centró su atención en el tema de la moral. ¿Cómo podemos llegar a descubrir qué es lo específico del conocimiento humano y de la moral? No son, por supuesto, los dogmas, o los mandamientos que varían de un lugar a otro, sino que hay que buscar el núcleo mismo de la moral. Kant lo centró en lo que llamaba un imperativo categórico.
En la Filosofía del Derecho desde el siglo XIX la influencia de Kant ha sido sin duda la más importante si se le compara a la que ejerciera cualquier otro filósofo clásico. Esto vale, sin embargo, más por su teoría crítica del conocimiento que por su teoría jurídica. De esta forma, durante la segunda mitad del siglo XIX surgió la Teoría General del Derecho, cuyos principales autores fueron Merkl, Binding, Bierling, Bergbohm, Somló y Bluntschli. Esta nueva disciplina especial de la Filosofía del Derecho se apoyó en un principio elaborado con base en la Filosofía de Kant: debido a que los contenidos jurídicos no pueden ser accesibles al conocimiento científico, en beneficio de la seguridad jurídica tienen que ser establecidos los criterios formales que sirven para determinar lo que debe ser el Derecho. El formalismo jurídico en la Filosofía del Derecho que sirviera para justificar la legislación y la jurisprudencia del régimen nacionalsocialista, tuvo a uno de sus más importantes representantes en Rudolf Stammler para quien fue posible establecer que, los principios de un Derecho justo no son normas, sino que más bien, tienen la significación de pensamientos metódicos que nos ayudan a elegir entre una muy amplia variedad de normas jurídicas concretas,y que por ello un Derecho correcto no era más que una forma pura del pensamiento, un método formal y que no era posible encontrar ningún precepto jurídico que comprobara con base en la especialidad de su contenido su validez absoluta. * Doctor en Derecho por la Universidad de Heidelberg en Alemania y profesor de tiempo completo de la Universidad Iberoamericana, Plantel Santa Fe.

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